APUNTES PARA EMPRESAS – OCTUBRE 2025

“El ascensor hacia el éxito está fuera de servicio, tienes que subir las escaleras poco a poco” Mireia Belmonte (campeona olímpica).

ESCALERA O ASCENSOR

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A todos nos gustan los éxitos rápidos. Que pase poco tiempo entre el objetivo planteado y el logro del mismo. Si esa es la expectativa, cualquier demora parece frustrante, magnifica el supuesto fracaso, quita incentivos, estimula a abandonar el proyecto.

En Argentina nos hemos especializado en buscar ascensores y descartar escaleras. Pretendemos que los problemas del país, fruto de muchísimos años de fracasos, se solucionen en poco tiempo. Somos un poco ingenuos al escuchar a un político, sea del partido que sea, prometer cosas incumplibles que va a lograr en su corto mandato y creerle. Somos la laucha engañada por la trampa con queso, nos puede más el deseo que la lógica. Quizás compramos con el estómago algo que no compraríamos con la cabeza.

Todo esto viene a cuento por los resultados electorales de ayer. Por los cómputos que se conocieron, y contra todo pronóstico, el gobierno realizó una elección mucho mejor a la esperada. Una buena parte de la ciudadanía, por amor o por espanto, le renovó el crédito para sostener lo bueno y corregir lo malo. Parece que se optó esta vez por la escalera. Para el gobierno comienza el segundo tiempo del partido. Debe agrupar voluntades propias y de aliados en el Congreso con dos objetivos: frenar proyectos de aumento de gasto y lograr leyes de reformas profundas. Más allá de las intenciones, queda claro que se perdió tiempo, que la estrategia gubernamental de los dos primeros años de gobierno tuvo algunos éxitos, pero no consolidó alianzas que hicieran sustentables los cambios. El propio gobierno compró su mensaje del ascensor, donde denominar a todos como “la casta”, como los “degenerados fiscales” y otros epítetos similares, le iba a generar simpatía popular para siempre. Donde el superávit fiscal y la baja de la inflación, cimientos indispensables, eran suficientes para corregir años de incompetencia, de deudas acumuladas, de cultura argentina basada en la desconfianza, de comprar dólares como mecanismo de defensa. Y podríamos seguir con la lista. Si durante meses se habla de tener el mejor gobierno de la historia y luego se recurre al apoyo de EEUU como salvavidas financiero, es imposible pensar que “todo salió acorde al plan”. Mentirse pensando que con algunas correcciones se iban a cambiar para siempre las expectativas, que lloverían inversiones, que los actores políticos se someterían dócilmente y que la corrupción enquistada desaparecería mágicamente, es al menos un error de diagnóstico. Quizás no en el largo plazo, pero sí en un mandato de gobierno. Fingir demencia por parte de gobernantes y gobernados parece que no funciona más.

Los países, a diferencia de las empresas, nunca se funden. Aunque estén fundidos. Siempre aparece un prestamista de última instancia. Puede ser el FMI, los bonistas, la emisión sin respaldo de dinero o el gobierno de EEUU o China. Siempre hay mecanismos para patear la pelota hacia adelante. Claro que no es gratis. Las consecuencias de optar por la cosmética y no por la cirugía nos han traído hasta acá. A este gobierno le reconocemos la intención de corregir la economía sobre fundamentos que usan los países normales: superávit fiscal y de balanza de pagos, Banco Central con reservas suficientes, inflación a la baja, disminución de gasto del Estado, entre otros. Lo que pareciera que falló son los tiempos o las prioridades definidas para el cambio. Entre motosierra y bisturí no apareció el equilibrio correcto. Entre el mensaje de terminar con la corrupción y los casos sospechosos que salieron a la luz, la incongruencia se hace evidente.

Aparece ahora una oportunidad, otra más. No sólo para el gobierno sino para los argentinos. El problema, o la solución, no son Milei o Caputo. Lo relevante es entender que son funcionarios de paso pero que tienen la oportunidad de dejar un país mejor encaminado. Para que luego vengan otros que sigan subiendo peldaños de esa escalera. Evitando atajos. Sin falsas expectativas de rapidez por un ascensor que no existe.

LA MACRO EN LA MICRO 

Hasta aquí llegamos. En términos barriales, hoy muchos en el gobierno deben estar pensando…uy, cómo zafamos!” Una elección con resultados excelentes para el oficialismo. La decisión que deberán tomar las autoridades de aquí en más debiera ser pragmática, dejando la soberbia y la rigidez de lado.  Porque el programa económico necesita un service. Más allá de que se sostengan las bandas del dólar o no. Si no hay un cambio de mensaje, de método y de modales, si no se logra un presupuesto que sea aprobado por el Congreso y si no se recupera gobernabilidad, las expectativas positivas no aparecerán. Y sin expectativas, no hay horizonte.

La gobernabilidad requiere generosidad, pero también requiere patriotismo. Porque la base de la gobernabilidad implica estar dispuesto a negociar, a bajar la soberbia, a aceptar (aún de mala gana) que puede haber matices en los caminos elegidos. Pero también requiere instinto de supervivencia, porque si no se logra se pierden elecciones con facilidad. Entendemos que con determinados sectores políticos no se pueda acordar, pero ampliar la base de representación siempre es posible. Los cambios a veces pueden ser liderados por un “iluminado”, pero los sostienen los “normales”. 

Es cierto que esos acuerdos, al menos para la economía, deben tener bases reales. Las dos de cabecera son el superávit fiscal y un Banco Central con reservas netas positivas y genuinas. Y una base filosófica: respeto irrestricto a la propiedad privada y cumplimiento de los contratos asumidos por el país. A partir de ahí empieza a negociarse. Y se negocia en varios frentes: grado de velocidad en la apertura de la economía, prioridades del ajuste, esquema de política monetaria, renegociación de plazos de pago ante vencimientos, diseño de la política monetaria, diseño tributario, flexibilización laboral, revisión del sistema previsional. La lista es larga. Pero, si ante cada elección cada facción política baja el mensaje de “yo o el abismo”, no hay chances de que salga bien. Seguiremos revolcados en el mismo lodo. 

Al inicio decíamos que el programa requiere un service profundo. Veamos algunos síntomas y ruidos:

  • Tasa de interés muy alta, sin posibilidad de tomar créditos para las empresas y enfriando la economía
  • Inflación que no termina de bajar del 2%, habiendo tenido como ancla fiscal un tipo de cambio atrasado que ya no va a existir
  • Nivel de actividad de la economía frenando y por debajo de las expectativas que marcaba el propio gobierno
  • Banco Central con reservas netas negativas
  • Riesgo país alto, lo que impide rolear deuda
  • Necesidad de salvataje financiero del gobierno de EEUU para mantener el dólar sin pasar el techo de la banda
  • Importaciones abiertas, pero sin competitividad sistémica de muchos sectores
  • Falta de un mercado de capitales y un sistema financiero capitalizado y generando crédito de largo plazo

No hay que ser economista para advertir que, si varios de estos puntos flojos no se corrigen, los próximos dos años no parecen muy prometedores. Los resultados electorales dieron una nueva oportunidad. No aprovecharla sería de necios o de ineptos. Habrá que ver de qué están hechos nuestros representantes.


LA INVITADA DEL MES

En estos Apuntes de octubre, nos comparte sus ideas provocadoras sobre la realidad Regina Martínez Riekes, directora ejecutiva de Amauta Inversiones Financieras (https://amautainversiones.com/nosotros/)

Piña va, piña viene… los muchachos se entretienen

Trump y Xi volvieron al ring con todo el glamour de una pelea arreglada.
Entre amenazas de aranceles, selfies diplomáticas y guiños de protocolo, ensayaron una tregua temporal: EE.UU. dejaría en suspenso el arancel del 100 % a las importaciones chinas, y Beijing —en un gesto de cortesía oriental— abriría la puerta a discutir tierras raras, soja y precursores de fentanilo.

Lo cierto es que este romance geopolítico tiene más coreografía que sustancia.
Trump promete un “fantástico acuerdo”, mientras Xi sonríe con esa calma de quien sabe que, al final, las fábricas y los datos están de su lado.
Una escena digna de Bailando por un Arancel: uno amaga, el otro pivotea, y ambos se aplauden por no haberse lastimado.

En resumen: piña va, piña viene, los muchachos se entretienen.
Cada uno vuelve a su esquina, el dólar respira, las bolsas festejan… y nosotros, los espectadores del ring global, seguimos contando los rounds, con pochoclos en una mano y bonos argentinos en la otra. 

Pesos van, dólares vienen… y el Tesoro se entretiene

Esta semana, el Gobierno presentó su nueva epopeya financiera: un swap con el Tesoro de EE.UU. por USD 20.000 millones y la iniciativa “Deuda por Educación”.
La idea —en teoría brillante— es recomprar bonos soberanos y reemplazarlos por financiamiento más barato, con respaldo de organismos multilaterales.
Según el exsecretario Pablo Quirno (recién reemplazado por José Luis Daza), los ahorros se destinarán a educación de largo plazo.
Hermoso concepto, aunque en Argentina el “largo plazo” suele durar lo mismo que un ministro sin respaldo político. El cronograma fue quirúrgico: lunes swap, martes recompra de bonos, miércoles bendición de Scott Bessent.
Y sin embargo… el dólar subió igual.
Porque si hay algo que el mercado argentino domina es el arte de desconfiar hasta de las buenas noticias.
Ni el BCRA ni el Tesoro americano lograron frenar la suba: el tipo de cambio coqueteó con el techo de la banda (1.489 pesos). En criollo: ni con el Tío Sam empujando alcanzó (hasta ahora…)

El Tío Sam se pesificó y metió el trade de su vida

Scott Bessent salió a defender su jugada con tono de profesor tranquilo antes del final de trimestre:

“No habrá pérdidas para los contribuyentes. Esto no es un rescate, es una línea de swap del Exchange Stabilization Fund, que nunca registró pérdidas y no las registrará.”

Los resultados electorales de ayer, por ahora, le dan la razón: los USD 1.800 millones que vendió en el mercado local se transformaron en un triunfo simbólico.
Bessent aclaró además que EE.UU. “apoya a un aliado en América Latina” y busca “evitar que otro país siga el camino de Venezuela”.
Traducido: prefieren comprar pesos antes que ver otro narcoestado en HD por CNN.

La escena roza lo poético: el Tesoro norteamericano comprando pesos argentinos mientras su propio gobierno lleva casi un mes cerrado y millones marchan bajo el lema “No Kings”.

El día después de mañana: cuando el mercado se enamora (por un rato)

Con los resultados electorales, el peso argentino se fortalece, los long dólar sufren y a partir de hoy todos comenzaremos a mirar la política de acumulación de reservas.
Gran día para los activos argentinos, aunque para que el romance dure habrá que seguir de cerca los próximos movimientos: cambios en el gabinete, acuerdos políticos y, por supuesto, cuánto resiste el idilio con los mercados.

Con una participación baja, el problema no es la crisis, sino el vacío de representación.
Y en Argentina, los vacíos no duran: alguien —o algo— siempre los llena.
El Presidente pasó la Ley Bases con apenas 37 diputados propios: una hazaña institucional o un síntoma clínico, según el observador.

Los gobernadores, lejos de buscar el caos, hacen lo que mejor saben: negociar el día después.
Así seguimos: sin crisis terminal, pero sin conducción real.
El “día después” ya llegó… solo falta que alguien se anime a manejar (y que no use Waze para encontrar la Rosada). 

Y así, entre swaps educativos, piñas asiáticas y elecciones domésticas, el mundo sigue girando… aunque a veces parezca hacerlo en modo centrifugado.
Nosotros, como siempre, mirando desde la tribuna, con una mano en el mate y la otra en los monitores, esperando el próximo capítulo de esta tragicomedia global.

Porque si la economía fuera una película, Argentina sería esa comedia absurda donde el protagonista sobrevive de pura suerte, el guión cambia cada diez minutos y, aun así, el público aplaude convencido de que fue genialidad… y no improvisación.


EN QUÉ ANDAN LAS EMPRESAS

En las zonas inundadas se pierden cultivos, se siembra la gruesa “retaceando” los lotes y se cambian cultivos con la esperanza de que las aguas bajen o los suelos se sequen. La preocupación más importante es el agua. Además, el manejo de la hacienda se complica en campos que se achican mucho. Los pronósticos climáticos no dan seca por ahora, el verano será el que marque o no la posible recuperación. En las zonas inundadas el agua tardará mucho en irse, afectando empresas cuya economía sufre el doble golpe de ver una disminución actual y futura de sus ingresos, sumado a un aumento incesante de costos para adaptar estructura de funcionamiento.En el resto de las empresas, donde esto no sucede, las mayores precipitaciones ayudan a tener un excelente pronóstico productivo para la fina y buenas condiciones para la siembra de la gruesa.

Aquellas empresas sin problemas financieros están en formato electoral. Esto quiere decir que no se tomaron grandes decisiones, se hizo la plancha, se vendió y se compró sólo lo necesario, esperando el resultado y las noticias que esto conlleve. Panorama muy distinto para aquellas empresas con estrés financiero, donde las renovaciones y las tasas tendieron a complicarse este último mes. Como nunca, la ganadería empuja la caja dando liquidez a esquemas agrícolas de baja renta, y observamos (como mencionamos en anteriores informes) la baja o falta de rentabilidad en la mayoría de las empresas relacionadas al sector agrícola, casi en cualquier eslabón del negocio. Todas también estuvieron esperando el resultado de las elecciones, las consecuencias y las medidas posteriores si las hay. Lo importante es que la espera, terminó.

IMPACTO DE LA BAJA DE RETENCIONES

Parece que fue hace un siglo y, sin embargo, fue hace un mes. El lunes 22 de septiembre el gobierno llevó a cero temporalmente las retenciones a las exportaciones, hasta fin de octubre o hasta alcanzar 7.000 M de U$S, lo que sucediera primero. El objetivo fue conseguir dólares para poder llegar con menos sobresaltos a las elecciones. La medida surtió efecto y generó una reacción instantánea por parte de la exportación, a tal punto que se llegó al cupo previsto en sólo tres días. Se concentró el 80% en cuatro exportadores y la mayoría de las anotaciones las produjo el complejo soja (poroto, harina, aceite). Como consecuencia, la exportación debió comprar o cubrir de alguna manera esa mercadería (mientras conseguía los compradores externos) y ello se vio reflejado en un aumento del precio disponible y futuro de los distintos granos, y en un aumento del volumen de operaciones en el mercado a término que registró récord  de operaciones (1,3 M de Tn de soja sólo el lunes del anuncio) . Se comenzó a entregar o compartir, en forma diferencial y en función del volumen conseguido en las distintas ruedas, el margen conseguido en esos tres días. Comenzó “entregando” 60 U$S/tn en soja disponible y 25 u$S/tn en soja mayo. Se concretaron negocios de volumen de poroto con China. La soja en CBOT bajó al conocer la medida argentina y además el tipo de cambio también bajó en forma importante las primeras ruedas. 

Pasados esos primeros tres días, y al cerrarse la temporalidad de la medida  volviendo las retenciones al valor inicial, el mercado siguió y sigue entregando parte de ese margen, dado que la exportación no consiguió, todavía, la mercadería necesaria para cubrir el total de los negocios realizados. 

Por parte de los productores hubo quienes rápidamente reaccionaron, otros tardaron más en hacerlo y otros no lo hicieron. Las explicaciones son diversas. Desde productores que pudieron retener y tuvieron un premio por haberlo hecho. Otros que percibieron que los márgenes esperados de la nueva campaña mejoraron mucho con estos nuevos precios y tomaron o vendieron en posiciones más largas, otros que esperaban que la exportación entregara al productor más margen (parecido a 100 U$S/tn), cosa que nunca sucedió. Y otros, quizá sorprendidos por la medida, no supieron cómo aprovecharlo. En todas las empresas con las que tenemos contacto se pudieron hacer todas las operaciones deseadas, no hubo restricción de volúmenes y cantidades y todas las posiciones tomadas al día de hoy son ganadoras. No sólo en soja sino también en trigo.

Ahora bien, podemos discutir, y hasta el cansancio, si el plus de precio entregado por los exportadores debería haber sido mayor, si los exportadores (los de siempre) se quedaron con gran parte de dicho beneficio y entregaron solo una parte del negocio, si debería ser o haber sido de otra forma la baja temporal de las retenciones, o si debería el gobierno dar un plan de baja sistemática de las mismas y no tener espasmos de este tipo ante una necesidad puntual. Discusión interesante pero improductiva. Parece difícil entender que la Argentina es lo que es, no lo que debería o me gustaría que fuera. Y, en ese escenario, el productor debe moverse y tomar decisiones en muy corto plazo (tres días) sobre algo que afecta producciones que exceden los 8 a 9 meses.

NEGOCIO AGRÍCOLA

El mercado internacional sigue esperando la resolución de lo que se denomina “Guerra Comercial” entre EE. UU. y China. La información de este fin de semana indica que el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, y del viceministro de Comercio de China, habrían llegado a un primer acuerdo en varios temas. Veremos cómo se va desarrollando la noticia y el correspondiente impacto en los mercados. 

En el plano local, el mercado el último mes estuvo afectado hasta hoy por el tema de baja de retenciones. Las ventas a China de poroto de soja pueden afectar la provisión a fábrica, lo que hace que quizá el mercado se divorcie del mercado internacional pagando un sobreprecio por el disponible. Párrafo aparte para el trigo, que lo venimos mencionando en anteriores informes. Una buena noticia es que disminuye el carry de trigo de la campaña pasada por mayores ventas al exterior, pero la producción sigue estimándose en récord para la nueva campaña. Las coberturas y negocios físicos a precio o abiertos son muy bajos, y puede existir un problema de logística en plena cosecha al tener que embarcar lo vendido extra por la baja de retenciones. Si además la situación financiera se complica, el productor necesitará caja en diciembre/enero por falta de liquidez , por lo cual la baja de los precios a cosecha puede ser significativa. Recomendamos coberturas por altos porcentajes si existe necesidad de venta sobre la cosecha.

NEGOCIO GANADERO

Si las decisiones de inversión se manejan por expectativas, hoy la ganadería es un lugar para invertir. Que bien suena una frase así, parece sencillo simplificar la realidad en un párrafo. Ampliemos la idea. En los últimos años, en nuestro país, la agricultura en promedio tuvo mejor rentabilidad que la ganadería, en las áreas donde competían de igual a igual. Eso motivó que hubiera un desplazamiento de los rodeos de cría a zonas de menor aptitud de suelos o climática, y que creciera fuertemente el engorde a corral de las categorías de invernada. Esta tendencia no vemos que cambie en el corto plazo. Pero lo que está sucediendo es que las empresas chicas o medianas que tienen sistemas mixtos se están mostrando más resilientes ante cambios de escenarios de precios o de rendimientos agrícolas. Esto no quiere decir que el stock ganadero argentino esté creciendo, más bien está estancado o decreciendo levemente. Las razones son múltiples: necesidad de inversión mediana o alta, falta de créditos de largo plazo, una larga historia de restricciones al negocio para mantener la carne barata, la dificultad de atraer trabajadores capacitados con vocación por la actividad, y la mencionada menor renta versus la agricultura (y también versus la lechería).  

Así llegamos a hoy. Con un stock total en el orden de los 51 a 52 millones de cabezas. Con una oferta de carne que para satisfacer la demanda interna y externa debe liquidar stock, explicando cierto aumento en la faena de hembras. Este año se faenarán unas 13,8 millones de cabezas y para tener equilibrio deberían ser menos de 13,5 millones (y para entrar en fase de retención menos de 13 millones). Con un mercado interno que, si bien no crece y consume en el orden de los 50 kilos/habitante/año, siempre está ávido del producto, aunque no pueda convalidar la suba de precios. Con un mundo donde el comercio de carne sigue subiendo, con demandas aún insatisfechas y con pocos países (Brasil y Australia sobre todo) que pueden acompañar el crecimiento. Y con precios y demanda en aumento. Esto ha hecho crecer la participación de la exportación como destino final de la carne de nuestro país. Y sucede en un momento donde la oferta interna no crece, lo que provoca (o provocará) algo menos de oferta al mercado interno. China es el gran comprador de volumen de Argentina y Europa el gran comprador de calidad. Estados Unidos también es relevante, aunque en menor medida, pero pasó algo disruptivo: el presidente Trump anunció que se podrían comprar unas 60.000 toneladas más de carne en Argentina con arancel cero (que hoy tienen 26%) para lograr que baje el precio en su país. Los farmers americanos en llamas. Esto lo único que hace es alimentar las expectativas para el negocio, aunque, si la oferta no crece, lo que ocurriría es que se cambiaría un destino por otro (para Trump sería ideal que nuestro país achique dependencia de China) o bien que se reduciría la oferta al mercado interno. Para aumentar la oferta en el tiempo, lo principal sería agrandar la fábrica de vacas, o sea hacer más cría. Pero esta actividad crece lento, es el eslabón más complejo e históricamente de menor rentabilidad. Si esta parte del negocio no crece, algo va a cambiar. Y las “fábricas” de terneros van a tener un producto codiciado y demandado. Hoy un ternero tiene un precio de unos 4500 $/kilo, con un novillo en los 3500 $/kg, una relación de 1,30. Los vientres preñados tienen un valor de entre 900 y 1100 dólares (y no valen más porque la actividad cría no crece más).Como decían nuestros abuelos…”no vendas que la vaca a valer”. ¿Y si esta vez es cierto?

NEGOCIO LECHERO 

En septiembre el precio de la leche Siglea fue de 474 ,60$/litro (6506 $/kilo de sólido). El valor del litro creció un 11% interanual y sólo el 0,2% respecto al mes anterior. Con un índice de inflación interanual superior al 30%, queda claro el acelerado deterioro que afecta a la rentabilidad. Los estímulos del negocio presentan luces y sombras.

Del lado de las luces se observa un crecimiento de la producción (+11% respecto a 2024) y en muchas zonas una primavera que ha producido mucho pasto en la zona central (siempre recordando que hay muchos tambos afectados por excesos hídricos que viven una realidad paralela en muchos sentidos). Se suma como dato positivo la mejora del tipo de cambio para el sector exportador y que el precio del maíz como alimento clave, se sostiene en valores de 170 u$s/tonelada. Y que las fábricas siguen pagando sin atrasos en general al productor.

Del lado de las sombras está el ya mencionado deterioro del precio local en términos reales, producto de una caída del precio internacional (la leche en polvo cayó a 3700 u$s/tonelada, un 15% menos que en mayo), una sobre oferta de productos lácteos en el mundo, un consumo interno que sigue frío y con algunos problemas de cobranzas, caída de precios en queso y muzzarella, y con Brasil (que se lleva el 50% de las exportaciones) también con disminución de consumo.

Una foto borroneada para el negocio lácteo, viniendo de un ejercicio 2024/2025 que fue rentable para muchas empresas tamberas. La falta de créditos a tasas razonables atenta contra un negocio que requiere financiamiento de largo plazo. Esto va llevando de a poco a una concentración del negocio en menos tambos, algo que ocurre a nivel mundial. Para ejemplificar, en Argentina los tambos que producen más de 10.000 litros por día representaban el 25% del total en el 2019 y ahora representan el 35%.

Se vienen algunos meses complicados para el negocio, aunque todo indica que aún con rentabilidad positiva teórica (siempre nos gusta hablar de casos y no generalizar, por eso decimos teórica). Momento clave para exprimir la eficiencia interna, consolidar los equipos y esperar que las variables se acomoden.

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