APUNTES PARA EMPRESAS – AGOSTO 2023

Las estrellas errantes no tienen brújula.  Mario Benedetti

EL CONSULTOR O LA MONEDA

Parte del ejercicio profesional de Zorraquin + Meneses es realizar consultoría en empresas agropecuarias o en algún otro eslabón de la cadena agroalimentaria. Nos contratan, en principio, para enriquecer la discusión, dar puntos de vista diferentes o complementarios y, en muchos casos, para que respondamos a la clásica pregunta…”¿qué te parece que va a pasar?”. Nuestra reflexión, y seguramente en contra de nuestros propios intereses, consiste en hacer ver a nuestros clientes que en un escenario como el actual la probabilidad que tiene un consultor de acertar con la respuesta correcta es similar a tirar una moneda al aire esperando cara o ceca para decidir. Y claramente la moneda es más barata que el consultor. Ustedes, amigos lectores, sabrán entender este mensaje mientras leen. Dicho esto, van nuestros Apuntes del mes.

SIN BRÚJULA

La teoría del management de empresas, plena de sentido común, define que una parte del resultado de las decisiones empresariales depende de las propias acciones (elegir bien los negocios a realizar y además ser eficiente tranqueras adentro). Y otra parte de ese resultado es definido por el “efecto año”. Para simplificar, asumamos que el 50% de nuestro resultado depende directamente de nosotros y el 50% depende de las oportunidades y amenazas que brinda el entorno y de nuestra capacidad de adaptación al mismo. Como exploradores en la selva, los empresarios utilizan una brújula que les permite orientar su rumbo y adaptan su paso a las señales que reciben. Señales de precios, de tipo de cambio, de costos de producción, de abastecimiento de insumos, de coherencia política, de intervencionismo de mercados, de seguridad personal, de clima y varios más. Hoy se opera sin brújula. No hay anclas donde fijar posición. Todas las señales que mencionamos llegan distorsionadas, cambian rápidamente y en cualquier sentido. Hagamos un rápido inventario. Los precios de lo que se vende (granos, carne, leche, etc) aparecen volátiles y poco previsibles. Los costos de producción (muchos de ellos dolarizados) crecen a gran velocidad, pero además bajo la amenaza de no poder contar con los insumos a tiempo. Las últimas elecciones terminaron de romper lo poco que quedaba de coherencia política. El intervencionismo y las restricciones de venta deterioran los precios potenciales. La seguridad personal se ve amenazada por el delito en un marco de prevención que desapareció hace tiempo desde el gobierno. Y, para colmo, el año Niño de mayores lluvias por ahora viene amarrete. Y todas estas lecturas son sólo por hoy, mañana pueden variar 180 grados. Sin brújula. Las decisiones se tornan defensivas, la percepción de mayor riesgo frena proyectos, pero paradojalmente también provoca espejismos (a veces reales) de poder obtener ganancias excepcionales fruto de estas distorsiones. Y, a nuestro juicio, todo aún va a empeorar antes de empezar a mejorar. La Argentina necesita definir un camino de país normal, abierto al comercio, que fomente la producción y la inversión, donde la honestidad y el mérito valgan la pena. Con prisa, pero a su vez esperando a las personas que quieren cambiar pero que, por distintos motivos, se encuentran rezagadas. Una crisis de magnitud nos azota, una vez más. Ojalá empecemos a entender que si repetimos las mismas acciones, los resultados serán iguales. Poco queda para perder. Es ahora. ¿O nunca?

QUÉ DEJARON LAS PASO

Sin dudas fue una gran sorpresa. Si bien se intuía que la elección iba a ser “en tercios”, como pronosticó la vicepresidente, nadie pensó que los tercios serían como fueron. El escenario inicial era un resultado de elecciones con Juntos por el Cambio en primer lugar, Unión por la Patria segundo y quizás cerca de ellos el partido de Javier Milei, apuntando  Sergio Massa a ser el candidato más votado en forma individual. Lo concreto es que esto no sucedió. 

JxC no sacó los votos esperados, Sergio Massa no fue el candidato más votado y  Milei fue primero ante la incredulidad del espectro político y, pareciera, de él mismo.¿Estamos ante un cambio de época, un cisne negro en la política, o simplemente ante una casualidad?  Son las preguntas que varios analistas y asesores políticos se hacen, habiendo votado sólo el 70% del padrón, habiendo un ganador casi sin estructura política en provincias y distritos de gran raigambre peronista (fuera de toda lógica) y habiendo casi tres puntos de diferencia entre el primero y el tercero (casi nada). Es decir que todo puede cambiar en las elecciones de octubre.

Hay una vieja película de 1972, “El Candidato”, que quizás refleja en parte lo que sucedió en las PASO. Un Senador de EEUU busca su reelección, y un nuevo candidato (Robert Redford), jóven, idealista, sin historia política, se permite decir lo que piensa ya que sabe que no tiene ninguna oportunidad de ser elegido, compite con el viejo Senador y finalmente le gana. Al final de la película y luego de haber logrado lo que en teoría era imposible, se pregunta: ¿Y ahora qué? 

Parte de esta incógnita se develará en las elecciones de octubre (o noviembre) y sin dudas el resultado impactará en el día a día y en la evolución de la presente campaña productiva.

LA MACRO EN LA MICRO

La macro en nuestro país, como venimos analizando en los últimos informes, venía con agujeros por debajo de la línea de flotación. Y pasaron las elecciones. El resultado sorpresivo del candidato Milei como el más votado, sumado a que en octubre cualquiera de los tres (Milei, Bullrich o Massa) tiene posibilidades de ganar, potenciaron la incertidumbre. Ponemos énfasis en esto: potenciaron la incertidumbre. Porque tanto la inflación orientada al 130% anual y las reservas negativas del Banco Central estaban igual antes de las elecciones. La ausencia de dólares para importar y “la bola de Leliq” estaban igual. La brecha cambiaria era de más del 100% y las restricciones para importar y exportar estaban igual. La pobreza era del 45% y la pérdida de capacidad de compra de los salarios estaba igual. El atraso de las tarifas públicas respecto al costo de producción estaba igual. La anomalía de que ante la “ausencia” del presidente de la Nación quien gobernaba de facto era el ministro de economía estaba igual. En este marco, el resultado electoral sólo potenció negativamente la realidad. Pero el desastre venía de antes. El acuerdo con el FMI no está cerrado todavía y el gobierno blanqueó una devaluación de algo más del 20% echándole la culpa a las elecciones (cuando en realidad ya parecía acordado con el FMI). Y prometiendo que el dólar de $350 no se moverá hasta el 31 de octubre, lo cual es poco probable que suceda. Y salió a amenazar con cerrar exportaciones de carne y leche. Y a hacer acuerdos para reprimir aumentos de combustibles hasta la fecha mágica de las elecciones. Con aprietes a empresas que no respetan los programa de “precios justos”. Y con la casi seguridad de que vamos rápidamente a una inflación mensual de dos dígitos, en una espiral ascendente con olor a mal final en lo que ahora se conoce como super-inflación. Con el ministro de economía repartiendo culpas a otros de lo que sucede, como si fuera un espectador privilegiado y no quien debe resolver los problemas. En esta macro hay que hacer funcionar la micro, después de un año donde la sequía se llevó puesta la mitad de la producción de granos. Con créditos bancarios o comerciales con tasas aparentemente muy altas (decimos aparentemente porque en un escenario de inflación creciente no queda claro que esto sea así) ante una alta necesidad de financiamiento. Aún en este escenario, la producción no quiere o no puede bajar los brazos. Pero no será nada fácil llegar a mediados de 2024 con las empresas operando sin impactos negativos. 

EN QUÉ ANDAN LAS EMPRESAS

Por el momento las empresas están midiendo los daños y/o beneficios de las últimas medidas económicas, dado que si bien todos esperaban de alguna manera una devaluación, nadie la esperaba al día siguiente de las PASO. Como tampoco que fuera del 22%.

Con lo cual, tras el impacto las empresas comenzaron a medir ganancias o pérdidas en función de cuán expuestos estuvieran en pesos o dólares, tanto sus activos como sus pasivos.

A partir de ahora se comienza a discutir cómo será el futuro cercano. Si la escalada y el desmadre terminó ante las medidas del gobierno, o si esto se va  a transformar en algo inmanejable, para así decidir cómo reaccionar ante los distintos escenarios.

Cómo dijimos al inicio de nuestro informe, nadie puede predecir la semana próxima y menos el mediano plazo (cosecha fina y gruesa), con lo cual los planes elaborados siguen más por inercia que por convicción. Y las empresas entran en un clásico esquema defensivo que se puede sintetizar en retener el cereal remanente (si existe todavía), financiarse de alguna manera y parar las inversiones que se puedan frenar.

Los “Excel” proyectados de la campaña, usando rendimientos promedio y con los costos actuales (insumo/producto) no parecen muy atractivos.  Pero… ¿Quién puede decir que los precios incluidos en dichos cálculos serán los que finalmente veremos? Y todo esto en un contexto climático que todavía tarda en definirse.

Los aciertos en campañas como la presente son más por casualidad que por estrategia, lo que no quita que la empresas están muy activas y recalculando sus planes en forma permanente. Pero sabiendo que el resultado es impredecible y que mucho no tendrá que ver con las acciones puertas adentro de las mismas. Año “random”.  

INSUMOS

En esta época empieza fuerte la demanda de insumos para la gruesa, sumado a lo que falta comprar de fertilizantes para la fina. En muchas empresas agrícolas se han adelantado compras al igual que el año pasado, aunque mucho más condicionadas por la menor liquidez financiera. En estos últimos días se ha visto bastante paralizada la comercialización de insumos, en particular fertilizantes. La buena noticia es que no parece haber faltantes pero la mala es que prefieren no vender hasta descubrir cómo quedará el precio para reponer. Además de la devaluación y la falta de dólares para importar, el nuevo impuesto del 7,5% a las importaciones (con efecto retroactivo) demora las decisiones. Todo indica que la cadena comercial está bien abastecida de insumos para cubrir las necesidades de los productores de los próximos meses. Pero para los intermediarios, al querer fijar compras futuras de determinados productos, la respuesta de los grandes proveedores pareciera ser algo así como “no hay problema, pero para entrega en marzo”. Del mismo modo, alguno de los grandes proveedores de fertilizantes está rechazando aceptar cobros, vendiendo con pago a 2024 con una tasa en dólares para financiar del 0,5% mensual. Insólito, prefieren no cobrar ahora. El mercado de semillas está bien abastecido más allá de los problemas que generó la sequía en la disponibilidad de semilla de soja en algunas regiones. Y en los agroquímicos se observa fluidez en el comercio (aunque algo se frenó  la semana pasada) pero con leves aumentos de precios. Todos espiando el segundo a segundo. 

NEGOCIO AGRÍCOLA

El negocio agrícola obviamente sufrió los embates de las medidas económicas. Las cotizaciones y la cantidad de negocios impulsados por el “dólar maíz”, se vieron  sorprendidos ante la devaluación del día lunes 14 que generó un tipo de cambio mayor al de ese dólar especial antes que el mismo finalizara.La incertidumbre general, la duración de este nuevo tipo de cambio (en teoría hasta las elecciones de octubre) y el aumento de las tasas de interés en pesos para colocaciones, hacen repensar las estrategias de venta. El mercado interno prevé faltantes de soja y maíz “físicos” hasta la nueva cosecha, producto de la combinación de sequía y adelanto de ventas estimuladas por los distintos “dólares agro”, lo que podría impulsar las cotizaciones internas hacia fin de año.

Entendemos que no hace falta mencionar que, ante este escenario, el divorcio entre el mercado local y el internacional se mantendrá por bastante tiempo. Externamente, los problemas climáticos y la escalada de eventos en el conflicto Rusia- Ucrania, le dieron firmeza al mercado en los tres cultivos principales en la última semana.

Insistimos que en este tipo de escenarios realizar coberturas flexibles por un porcentaje alto de la producción es la estrategia correcta.

VIAJES DE Z+M

Durante el mes de agosto realizamos viajes laborales a Brasil y a Estados Unidos. En el caso de Brasil fue para analizar el negocio del maní, invitados por la firma CTA de la localidad de Hernando, Córdoba. Pudimos apreciar el potencial productivo de la zona cercana a San Pablo para este cultivo, que si bien cuenta con tecnología y calidades inferiores a las de Argentina,  no tardará mucho en mejorar en ambos aspectos y generar producciones mayores, tal cual lo están haciendo en soja y maíz. 

Y en Estados Unidos acompañamos a la empresa Litomar SA al Estado de Nebraska para profundizar el conocimiento e intercambiar sobre tecnología y negocios, tanto en agricultura con riego como en ganadería, con un especial enfoque sobre el negocio de la genética en el negocio de las cabañas.

NEGOCIO GANADERO

Y al final ocurrió. La tan anunciada suba de precios llegó, pero potenciada por otros factores. El aumento del precio de la hacienda, tanto del gordo como de la invernada, ya había comenzado a principios de agosto y tuvo entonces un gran salto, atribuido a la instalación del dólar agro que encareció el precio del maíz. Creemos que los “fundamentals” del aumento estaban dados por una menor oferta de hacienda, ya que en general cuando suben los costos de producción nunca tienen efecto inmediato en los precios de venta. Y esta menor oferta va a continuar. Como sea, luego de las elecciones se produjo un salto devaluatorio del 22%, se retrajo aún más la oferta ante la incertidumbre y, en una semana, el precio de la hacienda en pie aumentó más del 30% (en un año casi un 160%). Los precios del ternero pasaron de estar en el inicio del mes en los 550 $/kilo a tocar valores de más de 900 $/kg ahora (se han visto operaciones de livianos a 1300 $/kilo con plazo de 30 y 60 días). Y el gordo con un salto similar de precios. Obviamente esto se ve reflejado casi de inmediato en los precios de las carnicerías, lo que hace presumir que el consumo interno va a bajar un poco, al menos hasta que haya ajustes de salarios. Las consultas sobre cómo operar en este escenario son numerosas. En general suponemos que los novillos o vacas gordas que ya están para vender saldrán al mercado en breve ya que mantenerlas comiendo deteriora el negocio. Además, pareciera que el “fogonazo” de precios ya ocurrió y que se puede esperar unos días de meseta. Parte de los pesos generados por la venta irán a reponer con terneros, terneras o vacas flacas como una forma de seguir posicionado en carne. La relación flaco/gordo, hoy extremadamente volátil día a día, se ubica aproximadamente en 1,10 lo que vuelve atractivo el negocio en la foto. Y siempre entendiendo que en un país cuya moneda casi no existe, todos prefieren tener “cosas” (activos) antes que pesos. La amenaza, real o falsa, de que el gobierno cerraría las exportaciones de carne por 15 días no hicieron más que meter ruido, y la desmentida tiene como música de fondo un “por ahora”. Los frigoríficos necesitan abastecerse para sostener sus niveles de facturación y para cubrir sus costos fijos, siendo un sostén para la suba de precios ante la menor oferta. Desde el plano del mercado internacional, China muestra algo de menor demanda y decididamente convalida menores precios de compra. Esto impacta directamente en las exportaciones del país, ya que las mismas representan cerca del 80% del volumen que se exporta. Los otros destinos argentinos (UE, EEUU, Israel, Chile) sostienen mercados de mayor valor, pero con leves caídas. Los cortes de Hilton en los 14000 u$s/tonelada se presentan atractivos para cumplir con esa cuota. Resumiendo, la carne es un río revuelto donde no queda claro quiénes son los pescadores.

NEGOCIO LECHERO

Para arrancar: un salto devaluatorio sin otras medidas de fondo para le economía, restan competitividad al negocio de la leche. Eso fue lo que ocurrió luego de las elecciones del 13 de agosto. Este negocio vende en pesos y más del 60% de sus costos están dolarizados. A la larga el precio se recupera. Pero si el “a la larga” se extiende en el tiempo, las heridas al sistema productivo en la empresa tardan en cerrar. Y esto potenciado por una caída en el precio internacional de la leche que tira más leña al fuego de la rentabilidad. En julio, el precio de la leche Siglea fue de 106,74 $/litro (1465,10 $/kilo de sólido), lo que representa un aumento inferior al 5% respecto al mes anterior y casi un 112% respecto a un año atrás (menos que la inflación). O sea que el precio perdió el impulso que venía teniendo de al menos intentar acompañar el índice general de precios. Para agosto no hay claridad sobre cuál será el precio esperado, pero si no está en línea con algo parecido a 115 $/litro la ecuación económica de los tambos mostrará otro escalón de fuerte deterioro. Recordando que, en muchas zonas y en particular en el oeste de la provincia de Buenos Aires, la sequía sigue instalada complicando la producción de verdeos y pasturas y amenazando la fecha de siembra del maíz temprano. A nivel país, comparando primer semestre de 2023 versus mismo período del 2022, la producción acumulada cayó un 0,4% según el OCLA. Parece poco dada la debacle climática, y eso debe haber sido porque los tamberos han sostenido dietas de las vacas en producción, con el consiguiente aumento de costos por litro o kilo de sólido. También el OCLA, en conjunto con el INTA, estimó que el precio de equilibrio en junio de este año para no tener rentabilidad negativa era de 129 $/litro, valor que es cerca de un 25% superior al que recibieron los tamberos ese mes. La cuenta es sencilla. En estas crisis este tipo de negocio usa reservas financieras o bien toma créditos para sortear estas contingencias (no es la primera vez que pasa), pero hoy este escenario transcurre con tasas de interés que bordean el 150% anual. Mientras tanto, el gobierno se queja de los efectos que la sequía produjo en la falta de dólares sin considerar que la producción primaria fue la principal perjudicada. Para cualquiera que entienda este negocio, queda claro que sostener un impuesto a la exportación (retenciones) del 9%, es de una miopía relevante.